sábado, 10 de julio de 2010

El agadir de Tiulit

-


A la derecha de la carretera, sobre un empinado otero troncocónico, aparece de pronto, como continuación del propio montículo, el impresionante añadir de Tiulit. En estos agadires, que tanto abundan en la zona del Atlas, las aldeas próximas guardaban de forma colectiva sus bienes y cosechas al abrigo de posibles ataques y saqueos. Unas antiquísimas normas de derecho consuetudinario regulaban la utilización de los agadires y permitían una explotación que no debió ser especialmente conflictiva.

El Anti Atlas no alcanza las alturas de su hermano mayor, pero sí es una inmensa barrera granítica fuertemente atormentada y quebrada que ofrece un paisaje espectacular. La carretera se estrecha y retuerce sorteando dificultades hasta que, momentáneamente, se relaja al entrar en el valle de los Ameln. Entre granitos rosa, cuarteados en bolos de equilibrio inestable, crecen los almendros, regados por rumorosos riachuelos de aguas transparentes. El bello pueblo de Umesnat, agarrado a la falda de la montaña, es la capital de este valle de hombres emprendedores cuyos intereses comerciales les han llevado hasta las principales capitales marroquíes.

domingo, 4 de julio de 2010

Más allá del Sus

-
Cabras rameando en un argán
Desde Tarudant continuamos nuestro viaje hacia el Oeste por la carretera de Añadir. En Ait Mellul tomamos dirección Sur por la S509 que, aunque secundaria es una buena carretera, hasta pasar Ait Baha. Aquí comenzamos la ascensión del Anti Atlas y, por tanto, la carretera empeora.

Lo que más nos llama la atención, al recorrer estas fértiles tierras del valle del Sus, es el ver a todos los hombres de las aldeas reunidos en torno a remedos de campos de fútbol donde tienen lugar lo que parecen competidísimos partidos, a juzgar por la pasión que provocan. Los campos están en las afueras de los pueblos, y hombres y niños han llegado hasta ellos en los más variados medios de locomoción, de los cuales el auto-stop parece ser el más frecuente.

Hablando de auto-stop, un fenómeno masivo en Marruecos, donde hasta las mujeres más tradicionales lo practican, nos hace gracia el observar el gesto con el que solicitan la benevolencia del conductor que se acerca. Levantan una de sus manos hacia el cielo y, con el dedo índice señalando al infinito, parecen pedir un viaje hacia las estrellas. Tiempo tardamos en reconocer ese gesto como algo distinto a un gesto obsceno.