sábado, 30 de enero de 2010

Bin-el-Uidane

Embalse de Bin el Uidane
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Pasado Azilal, la carretera S508, ataca, serpenteando, un pequeño paso de montaña. A partir de aquí, un paisaje espléndido enlentece nuestra marcha incapaces de conducir y observar estas agrestes estribaciones del Atlas. Una sucesión de curvas y contracurvas nos permiten descender hasta el nivel del embalse de Bin el Uidane, uno de los complejos hidroeléctricos más importantes y bellos del mundo.

Una gran presa de hormigón de 285 metros de largo, 135 metros de alto y un espesor que varía entre los 28 metros de la base y los cinco metros de la coronación, retiene el caudal del ued el Abid, formando un embalse de 1390 hectómetros cúbicos de agua y cubriendo una superficie de más de 3.700 hectáreas. A la salida del embalse, las aguas son conducidas por un túnel de diez kilómetros, bajo el jbel Tazerkunt, hasta el gran complejo hidroeléctrico de Afurer donde, con un desnivel de 235 metros, produce más de 465 millones de kilovatios-hora de energía al año. Posteriormente, sus aguas riegan la fértil región de Tadla, la zona agrícola más rica del país, beneficiando a una extensión de más de cien mil hectáreas de terrreno.

Pasado el embalse, en cuyas proximidades hay minuciosos controles policiales, se sube un pequeño puerto para luego asomarnos a esa zona agrícola de Tadla. La verde y cuadriculada llanura que se extiende alrededor de Afurer, con sus ricos cultivos de cereales y algodón, forman un bello paisaje que no se olvida fácilmente.

Continuamos luego el viaje de regreso siguiendo la ya conocida carretera que, proveniente de Fez y Mequinez, nos devuelve a Marraquech.

lunes, 18 de enero de 2010

HAITÍ DEVASTADO

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¡POR FAVOR, AYÚDAME!

Los gallegos de Madrid, reunidos bajo el lema "Madrigallegos solidarios" quieren contribuir en la medida de sus fuerzas a paliar la catástrofe de Haití. Para ello han formado un grupo inicial de colaboradores que, en nombre de todas las asociaciones de gallegos de Madrid, pueda coordinar la ayuda y dirigirla hacia los necesitados. El grupo, al que puedes apuntarte cuando quieras, está formado inicialmente por:
  • Andrés Ramos
  • Carlos de Blas Armada
  • Ovidio Cadenas
  • Manuel Seixas
  • Melquiades Álvarez y
  • José Cerdeira
En el blog http://madrigallegossolidarios.blogspot.com/ podrás encontrar la información oportuna de las distintas actividades que se vayan realizando. En todo caso, desde este momento queda abierta en Caixa Nova una cuenta corriente con el número: 2080 0590 01 0040004173 para que podáis colaborar directamente. Los ingresos en esta cuenta podéis hacerlos de forma anónima o nominal, entendiéndose en este caso que aceptáis la posible difusión de vuestro nombre. En principio, los fondos recaudados serán entregados a Cáritas.

En nombre del pueblo de Haití, gracias por vuestra colaboración.

domingo, 10 de enero de 2010

Las cascadas del Uzud

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Una vez cumplida la tarea de mover los viejos molinos, las aguas del Uzud se precipitan, cayendo raudas y libremente por un desnivel calcáreo de más de cien metros de profundidad. Desde arriba, desde donde están los molinos, el agua desaparece rápidamente bajo nuestros pies, mientras que una nube de finísimas gotas sube aureolada por los colores de múltiples arco iris. El ruido llega sordo y lejano, como proviniendo del centro de la tierra, y las piernas tiemblan porque el sitio es peligroso y porque a nadie se le ocurrió poner un pequeño quitamiedos.
A pesar de estar en plena montaña, los termómetros rondan los cuarenta grados. Bajo este sol, sudorosos, nos acercamos a la autocaravana: es la hora de comer.



Una vez alimentados, cuando en España es la hora de la siesta, retornamos a la zona de la cascada, ahora con el propósito de bajar hasta el fondo de la depresión, donde las aguas chocan con estruendo. Un camino zigzagueante y polvoriento va descendiendo la ladera dejando en cada recodo pequeños tenderetes de refrescos, de comidas, o de recuerdos. Aquí y allí, tiendas de camping se instalan libremente, a veces al lado de un pequeño puesto de comida que expone, orgulloso, la señal de camping. Un pequeño arroyuelo de escasas aguas, que va recorriendo los distintos puestos alimenticios, es aprovechado para introducir en él las botellas de bebidas con la esperanza vana de que se enfríen. A veces, los dueños de las tiendas aprovechan el arroyo para regar el sendero y evitar, al menos durante un rato, tanta polvareda. Luego, las aguas sobrantes del riego retornan embarradas a su cauce para, tal vez, ser usadas más abajo en la confección de un suculento guiso.

A mitad del gran desnivel el chorro de la cascada choca violentamente con una roca a la que los más atrevidos e imprudentes acceden para sentir sobre su piel el impacto salvaje de las aguas salpicadas (el acceso hasta el chorro principal es imposible). Luego, en una segunda caída, llega hasta el fondo, hasta el estanque natural donde morenos jóvenes nadan desafiando el peligro. Los más osados escalan los farallones laterales desde los cuales, a más de veinte metros de alto, saltan temerariamente sobre la rocosa piscina natural, arriesgándose a fallar el salto y caer sobre una zona de insuficiente profundidad.

Luego, cuando la tarde avanza y la noche cae, los bosques y acantilados cobran nueva vida. Decenas de pequeños monos del Atlas salen de sus escondrijos y se pasean entre este paisaje boscoso de grandiosa belleza.



En conjunto, la cascada es impresionante, y lo sería más si no fuera porque en esta época del año la cantidad de agua es algo reducida, pero, aun así, vale la pena.

Dado que la noche se nos hecha encima y, vista la buena experiencia de nuestra acampada libre en el anterior paso por el Atlas, pensamos que nada mejor que repetir. Nuevamente colocamos nuestras caravanas en círculo para protegernos de los "indios", que en esta ocasión no pasaron de ser ovejas, y, ¡a dormir!