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De pronto, a unos 1250 metros de altitud y tras una curva de la carretera, un pueblo inesperado aparece ante nosotros. Sus casas son de estilo europeo y sus tejados, muy inclinados, imitan los de las casas suizas. Parece un pueblo fuera de sitio, aunque si se piensa en la proximidad de una estación de esquí se comprende su diseño. En este pueblo, al lado del gran cruce de carreteras de Azrou, los artesanos de la tribu beréber de los Beni Mguild venden sus productos, especialmente, tallas en madera de cedro y las famosas alfombras del Atlas.
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De pronto, a unos 1250 metros de altitud y tras una curva de la carretera, un pueblo inesperado aparece ante nosotros. Sus casas son de estilo europeo y sus tejados, muy inclinados, imitan los de las casas suizas. Parece un pueblo fuera de sitio, aunque si se piensa en la proximidad de una estación de esquí se comprende su diseño. En este pueblo, al lado del gran cruce de carreteras de Azrou, los artesanos de la tribu beréber de los Beni Mguild venden sus productos, especialmente, tallas en madera de cedro y las famosas alfombras del Atlas.
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