domingo, 11 de abril de 2010

La mezquita deTin Mal

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La mezquita de Tin Mal, en las estribaciones del Atlas

Estamos ahora en la cuna de Ibn Tumert o, lo que es lo mismo, la cuna del imperio almohade. Ibn Tumert fue un predicador impetuoso que empujó a Abd el Mumen a conquistar primero Marraquech y luego todo el Magreb, llegando hasta Zaragoza. Una derruida mezquita, con sus muros de adobe desgastados por el tiempo, mantiene vivo el recuerdo del nacimiento de la segunda dinastía bereber.

Sobre las altas cumbres que nos rodean se ven, todavía, los restos de las últimas nieves que ponen un sombrero blanco a los escasos duares que, como cuentas esparcidas de un rosario, salpican las escarpadas laderas. Son aldeas con casas de techos planos, de ramas y barro, amarillentas y rancias.

Los omnipresentes niños marroquíes no llegan aquí hasta la carretera pues las distancias y dificultades del camino son muy grandes. Pero por los alejados y estrechos senderos de montaña que entran y salen de las aldeas se aprecia ese ir y venir de gentes característico de un lugar vivo. Los vestidos de las mujeres resaltan por sus vivos colores mientras que los de los hombres, siempre apagados y grises, sólo se vislumbran como puntos claros sobre un paisaje verde.

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