domingo, 19 de junio de 2011

El cabo Rhir

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Paisaje en las inmediaciones del cabo Rhir

Dejamos Agadir y, por una espectacular carretera que sobrevuela el Atlántico, llegamos hasta el cabo Rihr. Aquí el Atlas se hunde en el mar, y sólo resurgirá, y de forma aislada, para dar origen a nuestras islas Afortunadas. Sobre un alto farallón, bajo el que duerme una playa abandonada, nos preparamos para comer. Hace sol y hace viento, pero la vista sobre el océano es grandiosa.

Al cabo de tres jornadas de marcha, divisé una hermosa cordillera en la región de Chiadma, a la que la vegetación del color de la menta y las casas espolvoreadas como azúcar otorgaban el encanto de las montañas suizas. Me detuve a reposar bajo la enramada de un árbol admirable que crece salvaje, sin precisar cuidado alguno. Llámase argán y su fruto es análogo al del olivo, pero más suculento.
Ramón Mayrata, Ali Bey.
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Ahmd el Cojo aspira al sultanato, y para ello no duda en preparar con dinero real un ejército con el que piensa disputarle el trono a su propio sultán. El siguiente diálogo, entre León el Africano y su amigo Ahmed, explica de forma diáfana la situación interna marroquí, situación que permitía a los europeos extender su poder a tierras magrebíes:

- Los habitantes de esta región –explica Ahmed- querían librarse de los portugueses que ocupaban Agadir e infestaban toda la llanura de alrededor entorpeciendo la labranza de los campos. Puesto que el señor de Fez está lejos y el de Marrakech no sale nunca de su palacio si no es para su caza semanal, decidieron recurrir a mí; reunieron la suma necesaria para permitirme equipar a quinientos soldados de caballería así como a varios miles de infantería. Me veía, pues, obligado a realizar una intentona contra Agadir, pero no tenía ningún deseo de apoderarme de ella, pues habría perdido la mitad de mis tropas en la batalla y, algo aún más grave, me habría visto obligado a fijar allí el resto de mi ejército durante años para defenderla de los sucesivos asaltos de los portugueses. Tengo ahora algo mejor que hacer. Lo que tengo que movilizar, volver a unificar por la astucia o por la fuerza de mi sable, para la lucha contra el invasor es todo el Magreb.

- ¡Así que, quieres combatir a los portugueses, pero no es contra ellos contra quienes vas a lanzar tus tropas: esos hombres que han acudido a tu llamada para la guerra santa, los necesitas para conquistar Fez, Mequínez y Marrakech!
Amin Maalouf, León el Africano.


Luego, por una carretera interior, surcando bosque de arganes y encinas azotados por el viento, llegamos a la antigua Mogador.