domingo, 2 de mayo de 2010

Rabat / Salé

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La Torre Hassan en Rabat, que con la Giralda de Sevilla y la Kutubía de Marraquech, forman las tres grandes torres amohades.

Cerca ya de Rabat abandonamos la carretera costera que traíamos y tomamos otra que, rodeando la ciudad, nos permite acceder a la vieja necrópolis de Chella.

La carretera, con dos carriles para cada sentido, tiene bastante tráfico. A nuestro lado vamos dejando numerosos chalets con piscina, antena parabólica y verdes jardines. Hay, también, muchas legaciones diplomáticas, distinguibles por su bandera y las visibles medidas de seguridad. Este parece un Marruecos distinto, más rico, más cosmopolita, más impersonal.

De pronto, por encima de los primeros barrios de la ciudad y a través de un horizonte calimoso, aparece la torre Hassan, un alto alminar paralelepipédico cuyas caras parecen, desde aquí, simples planos lisos, sin decoración... A nuestra derecha, un recinto cerrado y enmurallado nos oculta la vieja necrópolis de Chela.

Chela
 
Sobre las ruinas de la antigua ciudad romana de Sala Colonia, decidieron los primeros sultanes merinidas establecer su última morada. Allí construyeron una pequeña mezquita, de la que se conserva un bellísimo minarete, y encerraron el recinto con murallas para proteger las tumbas. Hoy, este sitio, entre árboles exóticos y numerosos nidos de ibis, está considerado como uno de los más románticos de Marruecos. En el interior se conservan todavía algunos restos de la vieja ciudad romana, así como un pequeño estanque, de origen inmemorial, con anguilas sagradas y cualidades milagrosas (A sus aguas acuden las mujeres estériles en busca de fertilidad).

La Torre Hassan vista desde el cementerio de Salé

Luego, bordeando el mausoleo de Muhamed V y la derruida mezquita de la Bondad, bajamos hasta el nivel del río y cruzamos el Bu Regreg. Unas altas y oscuras murallas nos informan de que estamos ante la ciudad de Salé, hoy un simple barrio de Rabat, en cuyo camping, arenoso, amplio y casi vacío, nos alojamos.


Mientras comemos observamos la playa, bastante sucia y con mucha gente, y comentamos la historia de los piratas de Salé:
 
...nuestro barco fue desarbolado, tres hombres fueron muertos y cuatro heridos. Nos vimos obligados a rendirnos y fuimos llevados prisioneros al puerto moro de Salé.
Daniel Defoe, Robinson Crusoe.

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