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-Es ya de noche cuando llegamos a Fez y nos dirigimos al Diamante Verde, un camping aceptable, con bastante sombra y unos servicios limpios. Una vez acampados y cenados nos relajamos en agradable sobremesa. Tomamos contacto con la bota de Jesús, con el vino valenciano, con el güisqui irlandés, con la charla distendida. Analizamos el día que fue y hablamos, todavía con el susto en el cuerpo, de la lucha por mantenernos en el asfalto de aquella carretera infernal. El calor no disminuye a pesar de la hora, pero el cansancio promete un sueño reparador.
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