sábado, 19 de diciembre de 2009

El Uzud y sus molinos

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Las cataratas del Uzud en agosto

Es casi mediodía cuando llegamos al valle del Uzud. Buscamos desesperadamente una sombra en donde aparcar pero el objetivo no es fácil. Muchos optan por dejar el vehículo al sol mientras, los menos, optamos por alejarnos de la zona, adentrándonos en el valle hasta conseguir una sombra que, si no completa, al menos alivia. Un camino polvoriento nos comunica con el resto del grupo, en las proximidades de la gran cascada.

En la parte alta de la cascada, las aguas del ued Uzud son desviadas por estrechas acequias y conducidas a pequeños rápidos. Allí, viejos molinos, en el interior de reducidas cabañas, cumplen todavía su noble función de triturar el grano basándose en técnicas antiquísimas.



Una espuerta, suspendida del techo por cuatro cuerdas, con una salida por su parte inferior, vierte el grano sobre un estrecho conducto de madera que, agitado por el roce con la áspera superficie de la muela, va dejando caer el grano poco a poco. La muela, de eje vertical, va expulsando hacia el exterior la harina ya molida gracias a las acanaladuras gravadas helicoidalmente en la piedra giratoria, harina que se va amontonando alrededor del conjunto y que será luego recogida manualmente. Tal vez el sistema sea antiguo y poco eficaz (no más de doce kilos de harina al día) pero su tipismo provoca nostalgia por unos tiempos, ya pasados, nostalgia que quedará gravada en mi memoria... ¡Pequeños y bellos molinos del Uzud, fósiles de una época ya muerta!

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