martes, 18 de agosto de 2009

Por tierras rifeñas

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Es media mañana y a esta hora, mientras el sol camina hacia su apogeo, el termómetro apunta ya hacia los cuarenta grados. Aparcados a unos quinientos metros de la frontera, esperando a los últimos rezagados para avanzar juntos por tierras del Rif, por lo que fue el protectorado español en Marruecos, observamos a las primeras mujeres con la cara tapada. Las miramos con curiosidad. Hace casi doscientos años, cuando Alí Bey cruzaba la española Vejer de la Frontera, camino de África como nosotros, decía:

Me sorprendió que las mujeres fueran vestidas a la usanza moruna y que al aproximarme se ocultaran el rostro tras su manteo, dejando un solo ojo al descubierto.

- Cobijadas las llaman - me explicó el ventero - pero le advierto sidi, que es traje tradicional castellano.

Pero una voz sorpresiva me hizo retornar de mis pensamientos:
- ¿Estamos todos? -Pregunta.
La última autocaravana en pasar la aduana se acerca ya y los demás nos subimos a los vehículos y arrancamos.
A nuestra izquierda vamos dejando amplias playas repletas de bañistas, a cuya vera se suceden hoteles y restaurantes con sonoros nombres españoles y matices andaluces. Cruzamos el complejo turístico de Smir-Restinga y el cruce con la carretera que lleva a Cabo Negro.

A nuestra izquierda aparece ya el aeródromo de Tetuán: la ciudad más española de Marruecos está al alcance de nuestra vista.

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