martes, 29 de septiembre de 2009

Tajines en la bajada del Tichka

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La bajada Norte del Tichka se hace entre curvas y más curvas, precipicio tras precipicio. Los vértigos apuntan a los más propensos mientras que, todos, hacemos un esfuerzo por confiar en los frenos de nuestros vehículos. Más de 500 metros más abajo, un zigzagueante ued de aguas escasas, nos espera...

De pronto, un alimenticio olor a cordero guisado penetra por las ventanas abiertas de las autocaravanas y estimula la producción de jugos gástricos de forma desconsiderada. Nos detenemos. Es un pueblo difícil, situado en una cerrada curva, en una empinada cuesta, sin sitio donde aparcar y de cuyo nombre, parafraseando a Cervantes, no puedo acordarme, pero es un pueblo con unos tajines de cordero que... Los observamos detenidamente, curioseamos, incluso levantamos ansiosos el cucurucho de barro que tapa el suculento guiso, pero no podemos hincarle el diente porque está reservado para una celebración familiar. ¡Qué pena! En cambio, si es posible comprar chuletas de cordero... claro que, aunque tiernas, tienen un precio no muy distinto al que tendrían en cualquier mercado español. Un poco desilusionados por no poder unirnos al banquete, seguimos nuestro descenso, por Taddert, hacia el profundo valle...



Es mediodía cuando entramos en el amplio y polvoriento cámping municipal de Marraquech. Una tienda bien surtida nos suministra pan y nos disponemos a comer de nuestras provisiones, en la propia autocaravana. Estamos, ahora, a 450 metros de altitud y el calor ha aumentado nuevamente hasta los cuarenta grados...

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