domingo, 13 de diciembre de 2009

La cara Norte del Atlas

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Son las nueve de la mañana (hora marroquí, hora solar) cuando abandonamos Marraquech con dirección Este, para recorrer parte de la cara Norte del Atlas. Pasados unos pocos kilómetros, nos detenemos en una estación de servicio para completar el aprovisionamiento, llenar los tanques de combustible y revisar las presiones de los neumáticos. Luego, por la carretera de Beni Mellal, buena pero con mucho tráfico, llegamos hasta Tamelelt-el-Kdima donde la abandonamos para tomar la que ha de llevarnos hacia Demnate, en pleno Atlas.

Las mujeres de esta ciudad son muy bellas y muy blancas. Y, siempre que pueden, conceden sus favores a los extranjeros, sin que luego se sepa nada de ello... 
León el Africano

Imi N'Ifri: Más allá de Demnate, la carretera se va convirtiendo en una estrecha pista de montaña que serpentea hacia los últimos duares del Atlas. Seguimos esta pista durante unos seis kilómetros hasta que aparcamos en la explanada que antecede a un pequeño e intranscendente restaurante. Al su lado, el impetuoso torrente Mahser cruza la carretera bajo un gran puente natural, que él mismo horadó en la roca caliza, y sobre el que hemos aparcado nuestro vehículo.

Por un sendero zigzaguante descendemos al profundo barranco y, ya a orillas del río, lo seguimos bajo una inmensa bóveda llena de estalactitas que recuerdan las mucarnas de los techos saadíes. El sendero que cruza bajo el puente es difícil de seguir, siendo necesario saltar de roca en roca para evitar el torrente, pero el esfuerzo merece la pena. Bajo esta grandiosa mezquita natural, miles de cuervos negros cruzan el aire en lo que parecen arriesgados ejercicios acrobáticos. En los charcos que se forman delante de pequeñas cuevas, parece que toman baños nocturnos las mujeres de pueblos cercanos en busca de un poco de baraca.

El retorno, por el empinado sendero que sube hasta el puente, nos hace sudar lo indecible, pero nuestro camino ha de continuar por estas carreteras llenas de niños, como todas las marroquíes, hasta el siguiente destino.

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