martes, 30 de abril de 2013

Casablanca y Skhirat

 
Mezquita Hassan II
 
Casablanca.- La ciudad de Casablanca no tiene nada que especial. Su diseño urbanístico es moderno y la historia de la mayor parte de sus casas no va más allá de comienzos de siglo. Las calles son amplias y sus nombres, a diferencia de otras ciudades marroquíes, están rotulados casi exclusivamente en árabe.
 
Un breve circuito, en coche, nos lleva por la plaza de Mohamed V, la plaza de las Naciones Unidas, la Mahatma del Pachá, el palacio real y nos devuelve al bulevar Mohamed V. Allí nos detenemos brevemente para recordar el bar de Richie. "Tócala otra vez, Sam", "Siempre nos quedará París", "Sólo soy un pobre oficial corrupto"... Uno se imagina una ciudad exótica y divertida, lo que está en las antípodas de la realidad.
 
Casablanca es, eso sí, la capital económica de Marruecos. Una ciudad donde vive el quince por ciento de la población marroquí, que consume el treinta por ciento de la energía eléctrica, tiene un treinta y cinco por ciento de los abonos telefónicos, paga más del cincuenta por ciento del total del impuesto de sociedades, es sede del sesenta por ciento de las empresas industriales y sede del cien por cien de los bancos. ¡Casi nada!
 
Skhirat.- Aunque Casablanca y Rabat están unidas por autopista, nosotros preferimos tomar una carretera secundaria que, bordeando la costa, nos permite observar el rosario de playas de las que hoy, con mucho viento, están ausentes los bañistas.
 
A mitad de recorrido, unas señales con escudos reales nos informan de que estamos ante el palacio real de Skhirat. En 1971, en este palacio, tuvo lugar un sangriento atentado contra Hassan II del que, casi milagrosamente, salió indemne. Unos altos muros dificultan la visión del interior, mientras que los numerosos policías de guardia nos impiden detenernos para fotografiarlo. Sin embargo, no creo que Asan ocupe ahora este palacio. Sin duda, le traerá malos recuerdos.
Es mediodía. A lo lejos, más allá de la playa, se distingue ya la alcazaba de los Udayas. Rabat está ahí mismo.
 
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A la muerte de Mohamet V en 1961, Hassan II heredó un trono bastante incómodo. “Cuando subí al trono, se decía que no duraría más de seis meses”, confesó en 1986 a nuestro rey Juan Carlos. Y es que, en los diez primeros años de reinado, tuvo, al menos, cinco intentos de magnicidio. Y no acabaron ahí los intentos.

El 10 de julio de 1971, celebraba el rey su cuadragésimo segundo cumpleaños cuando este bello palacio de Skhirat fue atacado por unos 1450 cadetes de la escuela de suboficiales. El ataque causó casi un centenar de muertos, entre invitados y sirvientes del palacio, pero entre los muertos no estuvo el Rey que se había escondido en uno de los cuartos de baño interiores y no fue localizado. Cercados los golpistas por tropas leales al rey, los sublevados hubieron de rendirse. Diez fueron ejecutados de forma sumaria mientras que otros setenta y cuatro sufrieron pena de prisión.
 
Un año más tarde, el 16 de Agosto de 1972, varios cazas del ejército del aire marroquí dispararon contra su soberano cuando éste regresaba de un viaje a Francia. El avión real fue alcanzado, pero el monarca, demostrando una gran sangre fría, tomó la radio de abordo y, con voz fingida, habló a los pilotos de los cazas diciéndoles: “¡El tirano ha muerto, el tirano ha muerto!” Los magnicidas, creyendo completada su misión, no repitieron los disparos. Asan se salvó nuevamente.
 
Todavía se produjo un nuevo intento de derribar a la monarquía alauita en el mes de Marzo del año siguiente cuando rebeldes procedentes de Argelia, entraron en Marruecos creyendo que el pueblo se iba a sumar a su alzamiento. Tremendo error. Para entonces el pueblo ya estaba convencido de la baraka del Rey.
 
Pero a la baraka real se sumó un gran prestigio interno cuando fue capaz de movilizar a más de 350.000 marroquíes, en una marcha espectacular, en reivindicación del Sahara español. El éxito de la marcha verde, facilitado por la mortal enfermedad de Franco, cambiaría definitivamente la imagen de la monarquía jerifiana.

lunes, 29 de abril de 2013

Lío en Casablanca


Mezquita Hassan II en Casablanca
 
 Cuando aun estamos a un centenar de metros del enorme complejo, nos detenemos un momento para tomar la correspondiente foto. No hay tráfico a estas horas de la mañana, pero, llevados por un ánimo de no molestar, subimos nuestro vehículo a la solitaria acera sobre la que no se divisa ni un solo peatón en lo que alcanza a verse. Hacemos nuestra foto mientras que, a cierta distancia, somos observados por dos policías con pinta de aburridos. Unos negros nubarrones comienzan a soltar las primeras gotas de agua y nosotros reemprendemos la marcha. 

 Pocos metros más adelante, con gesto amable e inequívoco, los policías nos indican que paremos. 

 “Pasaporte, por favor …”, y le entregamos el pasaporte. “Permiso de circulación…”, y le entregamos el permiso de circulación. “Permiso de conducir…”, y se lo entregamos también. “Carta verde …”, se la damos, y nos miramos preocupados. Entonces, el policía más joven, con cara seria, nos aclara: 
- Infracción. Aquí no pueden parar en acera … Acera sólo para personas…
- Sí, lo siento, fue solamente un momento…, lo que tardé un hacer la foto … No quería molestar y … - Contesto con cara suplicante.
- Ya. Pero …, infracción. Tendré que llevarme la documentación.
Entendí lo que pretendían. Por un momento pensé en cómo actuar y decidí mostrarme intransigente. La lluvia iba en aumento. 
-¿Cómo? Imposible. No pienso irme sin mi documentación. Tendrán que llevarme a la comisaría o…, o montaré un gran escándalo … 
-¡Uf, comisaría…! ¡Allí 500 dirham de multa …! – dice muy despacio el más geta de los dos, intentando asustarme. Pero me tranquiliza. Ahora estaba seguro de lo que quería.
- Bueno, ¡qué sea lo que Dios quiera! ¡Inch Alá! que dicen Uds. Si quieren pueden subir y vamos a la comisaría… - Digo, dirigiéndome al policía que permanece en segundo plano, intentando mostrarme seguro y tranquilo. La lluvia es ahora más fuerte.
 
Los dos agentes se miran un momento, con mirada inquisitiva, me parece a mi. Y me doy cuenta de que no están muy de acuerdo entre ellos pues, mientras uno actúa con decisión, el segundo parece un tanto temeroso. Bajo la lluvia, empapados, se dicen algo en árabe, y , luego, el duro insiste:

- ¡500 dirhams, eh! ¡Mucho dinero…!
- Sí. Demasiado para tan pequeña infracción… claro que yo no conozco bien las leyes marroquíes… - Les digo, dirigiéndome al más indeciso, con cara de arrepentimiento y humildad. Pero, como siempre, es el más duro el que me contesta:
- ¡500 dirhams…! Tal vez podríamos arreglarlo…
- Ya me gustaría, ya. De todos modos no tengo nada de dinero…, estaba esperando llegar a Casablanca para ir a un banco… Espero que en la comisaría acepten VISA porque, de lo contrario, vamos a tener que dormir allí…
 
Cuando, poniendo cara de asustado y señalando a los niños, termino la frase, me doy cuenta de que no voy a salir mal librado. Su seguridad del principio era ya nerviosismo cuando el más prudente de los agentes toma al otro por un brazo y lo lleva detrás de la autocaravana, fuera de mi vista. A los cinco segundos estaban de vuelta. Me devuelven los documentos y, con un seco siga me despiden. Les doy las gracias, por si acaso, y respiro. ¡Qué cabrones…! exclamo luego, nervioso como un flan. Y, mientras Fernando me pregunta sobre la causa del exabrupto, yo pienso que no soy tan mal actor, ¡creo que ni me notaron el miedo que tenía…!

Camino de Casablanca


El Um er Rabia a su paso por Azemmur
 Azemmur.- En la desembocadura del Um er Rabia (cuya traducción es madre de la primavera) se levanta esta agradable ciudad de origen ¡cómo nó! portugués. Asomados al puente que cruza el río se tiene una vista majestuosa de las murallas que parecen perderse en el mar y de las numerosas embarcaciones de pescadores que, reflejándose en las tranquilas aguas del rio, forman una imagen de postal. No paramos mucho en Azemmur. Es aún media mañana cuando tomamos camino hacia el Marruecos más desarrollado y europeo, ese Marruecos cuya capital es Casablanca.
 
Desde Azemmur, una carretera sin demasiado tráfico bordea la costa y nos acerca a la vieja ciudad/estado de Anfa.


De Anfa a Dar el Beida.- La ciudad de Anfa, de origen bereber, se enfrentó con éxito a la colonización islámica, resistiendo y manteniendo su independencia hasta la llegada de los almorávides en el siglo XI. Su resistencia le costó ser tomada a sangre y fuego. Una vez reconstruida, en tiempo de los meriníes, su puerto desarrolló una gran actividad comercial negociando con cereales y cueros. Un siglo más tarde, de nuevo independiente, se dedica al lucrativo negocio corsario llegando sus navíos hasta Lisboa. Pero la venganza de los portugueses no se hizo esperar y la ciudad fue destruida de nuevo en 1468. Hoy, Anfa no es más que el barrio moderno y financiero de la populosa Casablanca.

En 1468, los portugueses entraron en Anfa con tal ímpetu que en un día la robaron y saquearon totalmente, quemando las casas y demoliendo en diversos puntos las murallas. Anfa ha permanecido hasta el momento deshabitada. Cuando fui allí, no pude contener mis lágrimas, porque la mayor parte de las casas, tiendas y templos todavía estaban en pié y sus ruinas ofrecían a la vista un espectáculo verdaderamente digno de compasión. 
                                   León el Africano, Descripción de África
 
Pasado Anfa, la moderna mezquita de Hassan II eleva su cuadrado minarete hacia un cielo gris que amenaza lluvia. Con su gran tamaño, con su gran alminar de casi 200 metros de alto y con su coste de cincuenta mil millones de pesetas, la mezquita de Asan es todo un símbolo de un Marruecos moderno y próspero. Pero esta gran mezquita, tal vez sólo es grande en cuanto a dimensiones, porque méritos artísticos no parece albergarlos en demasía.

viernes, 2 de marzo de 2012

La portuguesa Mazagán ( El Jadida )

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La famosa cisterna de Mazagán

El recorrido desde Essauira a Safi es cómodo y por buena carretera. Sin embargo, cuando llegamos a esta ciudad es ya media tarde por lo que poretendemos quedarnos a dormir en su camping. Entre la no muy buena señalización y las indicaciones de algunos transeúntes, llegamos a lo alto de un montículo solitario donde parece estar el camping. Entramos. No se ve a nadie. Ni una sola tienda o vehículo, ni señales de vida. Nos miramos un momento, y decidimos que aquello más parece un terreno abandonado que otra cosa. Así que, sin visitar la ciudad, seguimos nuestro camino hacia el Norte.

La carretera costera, buena y poco transitada, cruza, sobre promontorios cubiertos de arganes, bellos paisajes marinos. Pasamos el cabo Beduza y nos acercamos a Ualidia, famosa por sus ostras. Una barra costera deja aisladas unas marismas sobre las que se reflejan los últimos rayos de sol poniente. La ostricultura alcanza aquí un desarrollo importante, haciendo de Ualidia un centro tan famoso como Arcachon, en Francia.

Pasamos el puerto fosfatero de Jorf Lasfar, y llegamos a la antigua Mazagán. Es noche cerrada. Buscamos el camping, que está al Sur de la ciudad, y nos preparamos para pasar la noche.


La portuguesa Mazagán.

A través de la vieja ciudadela portuguesa, llegamos al antiguo puerto, donde una puerta enrejada atraviesa la muralla y comunica con el mar. El acceso a las murallas es difícil, pero desde allí se tiene una bonita vista sobre la medina. A lo lejos, hacia el oriente, se distingue un extraño alminar casi redondo cuyo origen parece claro: un viejo faro portugués. Luego bajamos a la medina y recorremos sus calles bien trazadas. Sus casas, en piedra, tienen puertas en arco de medio punto y adornos renacentistas, y sus ventanas están pintadas en un azul intenso.
Pero lo más interesante de la vieja ciudad de Mazapán está en su cisterna. Es ésta una vieja cripta que, con posterioridad, fue utilizada como aljibe. Su localización fue olvidada y no se redescubrió hasta muy recientemente cuando un comerciante, intentando incrementar el espacio de su tienda, excavó y se encontró con el gran depósito. Hoy, las rechonchas columnas góticas se reflejan sobre el suelo mojado dando una imagen de romántica belleza que fotógrafos y cineastas utilizan con profusión (Aquí se rodaron planos para películas como Otelo o como Haren).

Terminada la visita a la cisterna, nos encontramos a Said, un joven tendero que no tarda en llevarnos a su tienda. Allí nos invita a un ardiente té con menta y nos habla de sus estancias en España, lo que no nos creemos del todo, aunque, ciertamente, demuestra tener un cierto conocimiento de nuestro país. Le compramos un par de cosas y le agradecemos la invitación. Luego, con nuevos bríos, continuamos nuestro viaje.

domingo, 31 de julio de 2011

Essauira, la vieja Mogador


Redes en el puerto de Essauira. Foto José Cerdeira

Puerto y Murallas.- Bordeando la puerta de la Marina, recorremos el puerto, donde, al lago de pequeños barcos de pesca se amontonan redes de cariados olores, entre los que predomina el azul. Al otro lado de la puerta, sobre una amplia plaza que mira a una pared aislada, las gentes de Essauira se reúnen en los días de fiesta para orar juntos: es la gema, la gran mezquita abierta, un lugar sagrado prohibido a los no musulmanes. Cuando la oración termina, las gentes de Essauira se alejan de la plaza formando regueros humanos, llenos de color, que se introducen raudos en las estrechas callejuelas de la medina portuguesa.

Siguiendo las murallas que dan al mar, se llega a la Scala, un amplio paseo a lo largo de la muralla sobre la que descansan alineados cañones fundidos en Sevilla y en Barcelona. Al final del paseo, el bastión del Norte permite una excelente panorámica sobre la costa y sobre la propia medina.

La Medina.- Estamos, no cabe duda, ante una ciudad europea. Las puertas de las casas y sus ventanas pintadas de azul así lo denotan. Pero la vida que invade estas calles es puramente marroquí. Los niños lo llenan todo, los colores vivos son una constante y los zocos y pequeños talleres, especialmente de marquetería, nos recuerdan otras medinas más conocidas. Solo las pequeñas terrazas, sobre cuyas mesas numerosos europeos toman su café, parecen mantenerse como recuerdo de la época en que nuestros hermanos portugueses ocupaban la ciudad. El callejear por Essauira es un auténtico placer al que, ciertamente, contribuye de forma notable la menor presión que los vendedores ejercen sobre los turistas.

Al regreso, frente a la playa, observamos la abandonada isla de Mogador. No es posible visitarla sin un permiso especial, pero parece que allí anidan numerosas aves que, como los europeos, aprovechan para invernar en este zona de clima suave y sol abundante.

Celebración de la oración comunitaria el día del Aid el Kebir en una plaza pública de Essauira. Ese día, en que se conmemora la disposición de Abrahan a sacrificar a su hijo Isaac, todos los mahometanos celebran su fiesta grande matando un cordero, según un rito preciso, y reuniéndose en torno a la mesa con sus allegados y amigos.

Dejamos Essauira con pena. Es una ciudad para permanecer, no para salir corriendo, y su amplia y bella playa nos hacen añorar un tiempo del que no disponemos para poder disfrutarla.

sábado, 16 de julio de 2011

Camino de Essauira

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A unos dos kilómetros de Essauira, una pista arenosa lleva a la aldea de Diabat y, más allá, a la dunas del cabo Sim. Fue este un lugar muy frecuentado por los hippies de finales de los sesenta a donde llegaron personajes del mundo de la música como Jimmie Hendrix y otros muchos. Por otra parte, dicen las malas guías turísticas que aquí se ruedan muchas de las escenas de las películas que tienen como escenario el profundo y alejado desierto. Nosotros intentamos acercarnos pero lo arenoso de la pista nos hace temer lo peor y decidimos abandonar el intento.

Un par de kilómetros más adelante, cuando la carretera cruza un pequeño otero, aparece ante nosotros una bella vista de la ciudad de Essauira estirada a lo largo de su playa de fina arena dorada.

El camping, como todos los marroquíes, sin muchas comodidades pero aceptable, está situado en primera línea de playa, muy próximo al puerto. Allí dejamos nuestro vehículo y nos disponemos a recorrer la ciudad.

Las islas purpurinas.- Esta vieja ciudad, con dos milenios de vida, fue famosa en la época romana por la producción de púrpura, un colorante extraído de un molusco llamado múrice. Mil años más tarde, la ciudad tomó el nombre de un santón bereber llamado Mogdul, de donde derivó el de Mogador con el que fue conocida durante mucho tiempo.

Los portugueses, deseosos de proteger sus rutas africanas, se apoderaron de la ciudad, la fortificaron, y reconvirtieron su actividad al cultivo de la caña de azúcar. Fueron años dulces para la ciudad de Mogador, años en que alcanzó gran riqueza e importancia. Expulsados los portugueses, el sultán Mohamed Ben Abdalá hizo construir una importante base naval lo que enriqueció aun más la ciudad. Sólo con la llegada de los franceses y su apoyo a los puertos de Casablanca y Agadir, hicieron entrar en un cierta decadencia a esta ciudad bimilenaria.

domingo, 19 de junio de 2011

El cabo Rhir

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Paisaje en las inmediaciones del cabo Rhir

Dejamos Agadir y, por una espectacular carretera que sobrevuela el Atlántico, llegamos hasta el cabo Rihr. Aquí el Atlas se hunde en el mar, y sólo resurgirá, y de forma aislada, para dar origen a nuestras islas Afortunadas. Sobre un alto farallón, bajo el que duerme una playa abandonada, nos preparamos para comer. Hace sol y hace viento, pero la vista sobre el océano es grandiosa.

Al cabo de tres jornadas de marcha, divisé una hermosa cordillera en la región de Chiadma, a la que la vegetación del color de la menta y las casas espolvoreadas como azúcar otorgaban el encanto de las montañas suizas. Me detuve a reposar bajo la enramada de un árbol admirable que crece salvaje, sin precisar cuidado alguno. Llámase argán y su fruto es análogo al del olivo, pero más suculento.
Ramón Mayrata, Ali Bey.
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Ahmd el Cojo aspira al sultanato, y para ello no duda en preparar con dinero real un ejército con el que piensa disputarle el trono a su propio sultán. El siguiente diálogo, entre León el Africano y su amigo Ahmed, explica de forma diáfana la situación interna marroquí, situación que permitía a los europeos extender su poder a tierras magrebíes:

- Los habitantes de esta región –explica Ahmed- querían librarse de los portugueses que ocupaban Agadir e infestaban toda la llanura de alrededor entorpeciendo la labranza de los campos. Puesto que el señor de Fez está lejos y el de Marrakech no sale nunca de su palacio si no es para su caza semanal, decidieron recurrir a mí; reunieron la suma necesaria para permitirme equipar a quinientos soldados de caballería así como a varios miles de infantería. Me veía, pues, obligado a realizar una intentona contra Agadir, pero no tenía ningún deseo de apoderarme de ella, pues habría perdido la mitad de mis tropas en la batalla y, algo aún más grave, me habría visto obligado a fijar allí el resto de mi ejército durante años para defenderla de los sucesivos asaltos de los portugueses. Tengo ahora algo mejor que hacer. Lo que tengo que movilizar, volver a unificar por la astucia o por la fuerza de mi sable, para la lucha contra el invasor es todo el Magreb.

- ¡Así que, quieres combatir a los portugueses, pero no es contra ellos contra quienes vas a lanzar tus tropas: esos hombres que han acudido a tu llamada para la guerra santa, los necesitas para conquistar Fez, Mequínez y Marrakech!
Amin Maalouf, León el Africano.


Luego, por una carretera interior, surcando bosque de arganes y encinas azotados por el viento, llegamos a la antigua Mogador.

sábado, 19 de marzo de 2011

La Casbah de Agadir

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Al Norte, sobre un montículo, la deteriorada casbah de Agadir domina el puerto y toda la ciudad. Fue construida para resistir los ataques de los portugueses, pero el terremoto de 1960 acabó con ella. Hoy sólo es un bello mirador con magníficas vistas sobre el puerto que tiene a sus pies y sobre la más distante playa de los trescientos días de sol al año. Tampoco sería mal lugar para instalar unos cuantos aerogeneradores porque parece que alimento no iba a faltarles. Y es que, un viento de una fuerza increíble nos obliga a andar inclinados como si viajásemos de pie en un autobús que tomara una cuerva cerrada.

Pronto retornamos a orillas del mar para, sin bajarnos del vehículo, recorrer la ciudad y observar la modernidad de sus hoteles. Luego nos recluimos en el camping y aprovechamos para recrearnos con un animado juego de cartas.

viernes, 18 de febrero de 2011

Agadir, donde el Atlas se hace mar

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La ciudad de Agadir con su playa al fondo

Hace viento en Agadir, un viento fuerte y desagradable que deja vacías las playas y dificulta el caminar. A mitad de la amplia avenida que recorre longitudinalmente la ciudad, se encuentra el camping, que es amplio y limpio. Después de rellenar los papeles de rigor, comemos y recordamos la gran catástrofe de 1960.

Para algunos supersticiosos los años bisiestos son nefastos. Y fue un 29 de febrero de 1960 cuando, cerca de las doce de la noche, la tierra comenzó a temblar y todo se vino abajo en pocos segundos. Más de quince mil personas y la práctica totalidad de los edificios de Agadir desaparecieron bien a causa del propio terremoto bien a causa del tsunami que lo siguió. Pero los marroquíes decidieron recuperar la ciudad y hoy, con sus veinte mil plazas hoteleras, se ha convertido de nuevo en un gran centro de atracción turística.

Sin embargo, no nos engañemos, Agadir no es el auténtico Marruecos, Agadir es sólo sol y playa, y si acaso, viento, porque Agadir carece de otros atractivos que no sean los del turismo moderno.

miércoles, 12 de enero de 2011

Las murallas de Tiznit

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Las murallas de Tiznit. Foto: José Cerdeira

Situada fuera de las últimas estribaciones del Anti Atlas, en una zona llana, Tiznit es el símbolo de la resistencia al protectorado francés. Sus altas murallas de barro nos recuerdan un pasado militar, mientras que los amplios paseos en lo que se mezclan los turistas llegados de Agadir, con los nativos, cuyas mujeres van envueltas en llamativas telas de color azul, nos hablan de un presente alegre y pujante.

Tiznit es conocida como la villa del sultán azul, por ser un su mezquita donde Ahmed el Hiba, llamado el sultán azul, se proclamó como tal, y comenzó la lucha contra las tropas francesas. El color azul, asociado a los caravaneros que cruzan el desierto, es todavía muy abundante en Tiznit, aunque, los que aquí se ven, seguramente no son auténticos hombres del desierto.

A pesar del ambiente agradable, no nos detenemos mucho tiempo en Tiznit, de la que solo recorremos el circuito de las murallas y su calle principal. Luego, por una buena carretera, cruzamos las fértiles tierras del parque natural del Sus-Massa y nos dirigimos a Agadir.

sábado, 28 de agosto de 2010

Tafraute y y los colores de Jean Verame

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Tafraute. Foto: José Cerdeira. foto: José Cerdeira

Tafraute, la capital de los ameln, es una pequeña población rodeada por un impresionante paisaje de rocas de granito rosa que la dan un carácter majestuoso. En sus proximidades, pequeños pueblos como Agar Udad o Adai nos maravillan con los minaretes ocre-rojizos de sus mezquitas, colgadas de las rocas. Y sus mujeres, tapadas con telas negras ribeteadas en oro, ponen el aire de misterio que completa la magia del lugar.

No hay nada espectacular en Tafraute, es el conjunto, el ambiente el sitio lo que maravilla. Y cuando, al caer la tarde, el sol ilumina rasante estas rocas multiformes, la belleza grandiosa de este marco incomparable se hace aun más inolvidable.

Pasado Agar Udad, y siguiendo una enrevesada pista apta solo para vehículos todo terreno, se llega a las piedras azules. El pintor belga Jean Verame tuvo la extraña idea de pintar de color azul y negro alguna de las piedras de granito rosa que ocupan el valle. El sitio es muy visitado por los turistas, aunque la ocurrencia del pintor pudiera merecer variados comentarios.

Paisaje rediseñado por el pintor belga Jean Verame. Foto: José Cerdeia

Hacemos noche en el camping de Tafraute (diez dirhams por adulto y vehículo y tres por niño) y, por la mañana, seguimos nuestro camino hacia el Oeste, por la difícil carretera que lleva a Tiznit.

domingo, 15 de agosto de 2010

Más allá del Atlas

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Más allá del Atlas: Tafraute

sábado, 10 de julio de 2010

El agadir de Tiulit

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A la derecha de la carretera, sobre un empinado otero troncocónico, aparece de pronto, como continuación del propio montículo, el impresionante añadir de Tiulit. En estos agadires, que tanto abundan en la zona del Atlas, las aldeas próximas guardaban de forma colectiva sus bienes y cosechas al abrigo de posibles ataques y saqueos. Unas antiquísimas normas de derecho consuetudinario regulaban la utilización de los agadires y permitían una explotación que no debió ser especialmente conflictiva.

El Anti Atlas no alcanza las alturas de su hermano mayor, pero sí es una inmensa barrera granítica fuertemente atormentada y quebrada que ofrece un paisaje espectacular. La carretera se estrecha y retuerce sorteando dificultades hasta que, momentáneamente, se relaja al entrar en el valle de los Ameln. Entre granitos rosa, cuarteados en bolos de equilibrio inestable, crecen los almendros, regados por rumorosos riachuelos de aguas transparentes. El bello pueblo de Umesnat, agarrado a la falda de la montaña, es la capital de este valle de hombres emprendedores cuyos intereses comerciales les han llevado hasta las principales capitales marroquíes.

domingo, 4 de julio de 2010

Más allá del Sus

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Cabras rameando en un argán
Desde Tarudant continuamos nuestro viaje hacia el Oeste por la carretera de Añadir. En Ait Mellul tomamos dirección Sur por la S509 que, aunque secundaria es una buena carretera, hasta pasar Ait Baha. Aquí comenzamos la ascensión del Anti Atlas y, por tanto, la carretera empeora.

Lo que más nos llama la atención, al recorrer estas fértiles tierras del valle del Sus, es el ver a todos los hombres de las aldeas reunidos en torno a remedos de campos de fútbol donde tienen lugar lo que parecen competidísimos partidos, a juzgar por la pasión que provocan. Los campos están en las afueras de los pueblos, y hombres y niños han llegado hasta ellos en los más variados medios de locomoción, de los cuales el auto-stop parece ser el más frecuente.

Hablando de auto-stop, un fenómeno masivo en Marruecos, donde hasta las mujeres más tradicionales lo practican, nos hace gracia el observar el gesto con el que solicitan la benevolencia del conductor que se acerca. Levantan una de sus manos hacia el cielo y, con el dedo índice señalando al infinito, parecen pedir un viaje hacia las estrellas. Tiempo tardamos en reconocer ese gesto como algo distinto a un gesto obsceno.

domingo, 27 de junio de 2010

Mausoleo Mohamed V

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Mausoleo de Mohamed V, con la torrre Hassan al fondo

Las paredes del mausoleo de Mohammed V están cubiertas de bellos zel-lig de múltiples colores. Apoyado encima de una valla protectora, intentaba fotografiar alguno de los detalles cuando uno de los guardias se me acercó. Por un momento pensé que iba a decirme que no me apoyara, pero, no. Amablemente, apartó la valla que impedía que me acercara a los azulejos, y me invitó a pasar. Cuando terminé de hacer las fotos de esos azulejos exteriores, insistió en que pasara al interior y tomara cuantas fotos quisiera protegido por la autoridad. No acepté. Le di la generosa propina correspondiente y me fui sonriendo...

sábado, 12 de junio de 2010

La Mezquita de la Bondad

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Guardia a la puerta del Mausoleo


Comenzamos la visita a Rabat ascendiendo desde el río hasta el conjunto monumental que contiene los restos de la mezquita Hassan (bondad), con su maciza torre almohade, y el mausoleo de Mohammed V, abuelo del actual monarca.

Así de plácidas transcurren las tardes frente a la gran Torre

De la vieja mezquita solo queda el minarete y la extensa explanada con los restos de las ciento veinticuatro columnas sobre las que deberían reposar las diecinueve naves de la, por tamaño, segunda mezquita del islam. Pero la grandiosa obra nunca fue terminada y el terremoto de 1755, que también destruyó Lisboa, la dejó reducida a escombros. Pero queda el minarete...
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La torre Hassan de Rabat que, junto con la Kutubia de Marraquech y la Giralda de Sevilla, forma parte del gran trío de alminares almohades, debería tener una altura de ochenta metros, pero, cosas del destino, se quedó en solo cuarenta y cuatro. Destaca no por sus proporciones, que son un poco pesadas, sino por su grandeza, su solidez, y por la belleza desnuda de las molduras anchas y sencillas con las que está decorada, en palabras de Edouard Doutté.

Desde la torre Hassan, Mohammed V dirigió, de regreso de su exilio, la primera oración solemne del viernes, convirtiéndose, la torre, en un símbolo de la independencia Marroquí.

Un "santón" permanece rezando todas las horas del año ante la tumba 
del fundador del Marruecos moderno

El mausoleo.  Detrás de la gran explanada de la mezquita se levanta el monumento funerario en honor del padre del Marruecos actual. Una impresionante qubba blanca, con decoración tradicional marroquí y diseñada por el arquitecto vietnamita Vo Toan, contiene el sarcófago del monarca. Fuera, la guardia de honor hace vigilia vestida con sus impecables uniformes blancos. Otros guardias, éstos con uniformes menos llamativos, vigilan el comportamiento de los turistas.

jueves, 13 de mayo de 2010

Salé, la República de las Dos Orillas

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Panorámica de Salé Rabat

Se llamaban República de las Dos Orillas y formaban una comuna de corsarios que operaban por su cuenta, llevando al mar su propia yihad y sembrando el terror en todo el Atlántico Norte y el Mediterráneo. Las propias potencias europeas se vieron, muchas veces, obligadas a negociar con estos filibusteros que alcanzaron un alto nivel de riqueza y capacidad militar. Pero tal vez esta riqueza fue el principio de su fin pues, los sultanes, deseosos de participar en el negocio, decidieron organizar el asunto. La organización derivó en la imposición de impuestos, impuestos que fueron creciendo hasta que ahogaron a la propia actividad corsaria: ¿quién se iba a jugar la vida para que, luego, fuera el sultán quien se llevara el botín? La vida de esta república fue de unos doscientos años, abarcando, principalmente, los siglos XVII y XVIII, y fue Rabat quien salió más beneficiada, enriqueciéndose y prosperando considerablemente durante esos años.

Puesto de cítricos en el mercado de Salé

En el año 1260, la población que ocupaba el sitio de la actual Salé fue saqueada y arrasada por tropas castellanas del Rey Sabio que mataron o sometieron a esclavitud a sus habitantes. Al quedar la zona deshabitada, parte de los habitantes de la vecina población de Chella cruzaron el río Bu Regreg y se asentaron aquí, fundando un nuevo pueblo al que llamaron Salé en recuerdo de su viejo Chella (o Sala). La comunidad prosperó ganando en importancia a Rabat, que no recuperó su primacía hasta mucho más tarde.

Al menos ante la muerte, todos los musulmanes son iguales. En esto se distinguen de sus primos los cristianos entre cuyas tumbas también hay clases

La medina de Salé es, lógicamente, más pequeña que las medinas de Fez o Marraquech, pero no muy distinta. Sus calles son igual de estrechas y sus derb igual de numerosos. Nuestro recorrido, que comienza por la impresionante Bab Mrisa, hoy en restauración, continua luego por el zoco principal hasta la madrasa de Abu Hassan y el pequeño marabut del patrón de la villa. Al final de esta estrecha y larga calle, llegamos al cementerio musulmán, un lugar impresionante donde las tumbas, todas de espaldas al mar, mirando a Oriente, crean un espacio mágico, trascendente. Al caer la tarde, con las tumbas ribeteadas por el dorado del sol, el espectáculo es grandioso. En frente, más allá del Bu Regreg, la alcazaba de los Udayas desafía airosa a los vientos del Atlántico.

domingo, 2 de mayo de 2010

Rabat / Salé

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La Torre Hassan en Rabat, que con la Giralda de Sevilla y la Kutubía de Marraquech, forman las tres grandes torres amohades.

Cerca ya de Rabat abandonamos la carretera costera que traíamos y tomamos otra que, rodeando la ciudad, nos permite acceder a la vieja necrópolis de Chella.

La carretera, con dos carriles para cada sentido, tiene bastante tráfico. A nuestro lado vamos dejando numerosos chalets con piscina, antena parabólica y verdes jardines. Hay, también, muchas legaciones diplomáticas, distinguibles por su bandera y las visibles medidas de seguridad. Este parece un Marruecos distinto, más rico, más cosmopolita, más impersonal.

De pronto, por encima de los primeros barrios de la ciudad y a través de un horizonte calimoso, aparece la torre Hassan, un alto alminar paralelepipédico cuyas caras parecen, desde aquí, simples planos lisos, sin decoración... A nuestra derecha, un recinto cerrado y enmurallado nos oculta la vieja necrópolis de Chela.

Chela
 
Sobre las ruinas de la antigua ciudad romana de Sala Colonia, decidieron los primeros sultanes merinidas establecer su última morada. Allí construyeron una pequeña mezquita, de la que se conserva un bellísimo minarete, y encerraron el recinto con murallas para proteger las tumbas. Hoy, este sitio, entre árboles exóticos y numerosos nidos de ibis, está considerado como uno de los más románticos de Marruecos. En el interior se conservan todavía algunos restos de la vieja ciudad romana, así como un pequeño estanque, de origen inmemorial, con anguilas sagradas y cualidades milagrosas (A sus aguas acuden las mujeres estériles en busca de fertilidad).

La Torre Hassan vista desde el cementerio de Salé

Luego, bordeando el mausoleo de Muhamed V y la derruida mezquita de la Bondad, bajamos hasta el nivel del río y cruzamos el Bu Regreg. Unas altas y oscuras murallas nos informan de que estamos ante la ciudad de Salé, hoy un simple barrio de Rabat, en cuyo camping, arenoso, amplio y casi vacío, nos alojamos.


Mientras comemos observamos la playa, bastante sucia y con mucha gente, y comentamos la historia de los piratas de Salé:
 
...nuestro barco fue desarbolado, tres hombres fueron muertos y cuatro heridos. Nos vimos obligados a rendirnos y fuimos llevados prisioneros al puerto moro de Salé.
Daniel Defoe, Robinson Crusoe.

domingo, 25 de abril de 2010

Tarudant

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Murallas de Tarudant

En pleno valle del Sus, Tarudant parece sólo una gran muralla ocre salpicada de fuertes torreones que hablan de su carácter militar. Su situación privilegiada, controlando un rico valle y una importante ruta caravanera, y su espíritu independiente y levantisco le causaron grandes problemas, hasta el punto de que el sultán alauita Muley Ismail mandó matar a la mitad de la población. Pero Tarudant renació una y otra vez con nuevos bríos alcanzando su máxima importancia a principios de siglo cuando, durante la lucha contra el dominio francés, Mohamed el Hiba se proclamó sultán aquí en Tarudant.



Hoy Tarudant es un lugar apartado de los principales recorridos turísticos, pero donde el europeo es bien recibido. Sus murallas, rodeadas por paseos a la sombra de verdes naranjos, son su principal atractivo y en sus hoteles se dan cita aquellos turistas que, desde Agadir, dirigen sus pasos hacia Uarzazat y la ruta de las casbahs.

Pasado Tarudant, la carretera es llana, ancha y con un buen firme, pero la abundancia de pueblos hace que esté muy transitada por personas y carros dificultando y enlenteciendo bastante la circulación.

domingo, 11 de abril de 2010

El Tizi N'Test

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La subida al N'Test

La carretera se ha vuelto intransitable y en la última hora sólo hemos recorrido veintiocho kilómetros. En muchos sitios ha sido erosionada por las torrenteras que conducen impetuosas aguas procedentes de los altos neveros, mientras que los pequeños derrumbamientos de desmontes y terraplenes son continuos. El estrecho firme, que si existe está lleno de baches, no alcanza los dos metros de ancho y, a su lado, sin separación alguna, los inmensos precipicios ahuyentan nuestra mirada que lucha por evitarlos. Los vehículos que transitan por aquí no pasan de un par de "TT" y alguna moto de europeo loco. Nosotros... bueno, tal vez nunca deberíamos haber venido tampoco...

¿Pasará la autocaravana con sus 2,95 metros de alto y 2,35 de ancho?

Ahora, pasados pocos kilómetros pero bastante tiempo, recuerdo las caras de los últimos humanos que nos veían salir por esta carretera... ¿qué pensarían? El miedo, la soledad, la impotencia... ¿Llegaremos alguna vez? Primera, segunda, primera... nunca la tercera. Más de tres horas llevamos para recorrer ochenta kilómetros... ¿Cuándo se acaba ésto? Miedo, soledad, impotencia... la naturaleza parece vencer al hombre...

Refugio en lo alto del puerto
 
Finalmente, la carretera comienza a descender. Delante de nosotros aparece el amplio valle del Sus y, más allá, entre una densa calima blanquecina, se divisan las suaves ondulaciones del Anti Atlas. Tarudant está ya cerca.

La mezquita deTin Mal

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La mezquita de Tin Mal, en las estribaciones del Atlas

Estamos ahora en la cuna de Ibn Tumert o, lo que es lo mismo, la cuna del imperio almohade. Ibn Tumert fue un predicador impetuoso que empujó a Abd el Mumen a conquistar primero Marraquech y luego todo el Magreb, llegando hasta Zaragoza. Una derruida mezquita, con sus muros de adobe desgastados por el tiempo, mantiene vivo el recuerdo del nacimiento de la segunda dinastía bereber.

Sobre las altas cumbres que nos rodean se ven, todavía, los restos de las últimas nieves que ponen un sombrero blanco a los escasos duares que, como cuentas esparcidas de un rosario, salpican las escarpadas laderas. Son aldeas con casas de techos planos, de ramas y barro, amarillentas y rancias.

Los omnipresentes niños marroquíes no llegan aquí hasta la carretera pues las distancias y dificultades del camino son muy grandes. Pero por los alejados y estrechos senderos de montaña que entran y salen de las aldeas se aprecia ese ir y venir de gentes característico de un lugar vivo. Los vestidos de las mujeres resaltan por sus vivos colores mientras que los de los hombres, siempre apagados y grises, sólo se vislumbran como puntos claros sobre un paisaje verde.

El N'Fis

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El N'fis

Bajo un sol mañanero que se filtra entre nubes tormentosas, el N'Fis serpentea con un brillo de plata por entre laderas de pendiente casi vertical. Sus continuos meandros, de corto recorrido, nos sorprenden por su belleza incomparable. Allí el cauce se hace más amplio, aquí se encoge y es cruzado por un romántico puente que los pintores han pintado mil veces.

Pero la carretera se va haciendo más y más empinada. Su firme se vuelve impracticable, su anchura es mínima impidiendo el cruce de dos vehículos al mismo tiempo, los precipicios sobre el río van poniendo esa nota sobrecogedora que ensimisma y corta las conversaciones: es, tal vez, el miedo. Y sube, y sube haciendo zigzagueos que se repiten una y otra vez.
 
Pasarela sobre el N'Fis

La ruta del Tizi N'Test

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La complicada ruta del Tizi n'Test a través del Atlas

Antes de abandonar el camping municipal de Marraquech y seguir viaje hacia el Sur, aprovechamos para llenar nuestros depósitos de agua, comprar algo en el minimercado y para pagar la estancia en el camping (veinte dirhams por vehículo y otros veinte por persona y noche).

La carretera que partiendo de Marraquech lleva hacia Tarudant es ancha y con buen firme en sus primeros kilómetros. Solo a partir de Tahanaute empieza a estrecharse y a retorcerse ante la influencia de las primeras estribaciones del Atlas. El firme comienza a acusar también un cierto abandono y los baches y badenes son cada vez más frecuentes.
 
A cuarenta kilómetros de Marraquech nos encontramos con el pueblo de Asni, un punto de partida de las rutas que, por Imlil, llevan hasta el Tubkal, el pico más alto de todo el Norte de Africa. Luego, transcurridos otros diez kilómetros, pasamos el pueblo de Uirgane, con sus blancas salinas, y entramos en un espléndido valle por cuyo fondo transita, encajonado, el ued N'Fis.

sábado, 30 de enero de 2010

Bin-el-Uidane

Embalse de Bin el Uidane
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Pasado Azilal, la carretera S508, ataca, serpenteando, un pequeño paso de montaña. A partir de aquí, un paisaje espléndido enlentece nuestra marcha incapaces de conducir y observar estas agrestes estribaciones del Atlas. Una sucesión de curvas y contracurvas nos permiten descender hasta el nivel del embalse de Bin el Uidane, uno de los complejos hidroeléctricos más importantes y bellos del mundo.

Una gran presa de hormigón de 285 metros de largo, 135 metros de alto y un espesor que varía entre los 28 metros de la base y los cinco metros de la coronación, retiene el caudal del ued el Abid, formando un embalse de 1390 hectómetros cúbicos de agua y cubriendo una superficie de más de 3.700 hectáreas. A la salida del embalse, las aguas son conducidas por un túnel de diez kilómetros, bajo el jbel Tazerkunt, hasta el gran complejo hidroeléctrico de Afurer donde, con un desnivel de 235 metros, produce más de 465 millones de kilovatios-hora de energía al año. Posteriormente, sus aguas riegan la fértil región de Tadla, la zona agrícola más rica del país, beneficiando a una extensión de más de cien mil hectáreas de terrreno.

Pasado el embalse, en cuyas proximidades hay minuciosos controles policiales, se sube un pequeño puerto para luego asomarnos a esa zona agrícola de Tadla. La verde y cuadriculada llanura que se extiende alrededor de Afurer, con sus ricos cultivos de cereales y algodón, forman un bello paisaje que no se olvida fácilmente.

Continuamos luego el viaje de regreso siguiendo la ya conocida carretera que, proveniente de Fez y Mequinez, nos devuelve a Marraquech.

lunes, 18 de enero de 2010

HAITÍ DEVASTADO

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¡POR FAVOR, AYÚDAME!

Los gallegos de Madrid, reunidos bajo el lema "Madrigallegos solidarios" quieren contribuir en la medida de sus fuerzas a paliar la catástrofe de Haití. Para ello han formado un grupo inicial de colaboradores que, en nombre de todas las asociaciones de gallegos de Madrid, pueda coordinar la ayuda y dirigirla hacia los necesitados. El grupo, al que puedes apuntarte cuando quieras, está formado inicialmente por:
  • Andrés Ramos
  • Carlos de Blas Armada
  • Ovidio Cadenas
  • Manuel Seixas
  • Melquiades Álvarez y
  • José Cerdeira
En el blog http://madrigallegossolidarios.blogspot.com/ podrás encontrar la información oportuna de las distintas actividades que se vayan realizando. En todo caso, desde este momento queda abierta en Caixa Nova una cuenta corriente con el número: 2080 0590 01 0040004173 para que podáis colaborar directamente. Los ingresos en esta cuenta podéis hacerlos de forma anónima o nominal, entendiéndose en este caso que aceptáis la posible difusión de vuestro nombre. En principio, los fondos recaudados serán entregados a Cáritas.

En nombre del pueblo de Haití, gracias por vuestra colaboración.