miércoles, 23 de septiembre de 2009

Noche en las gargantas del Todra

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Hacía ya tiempo que la noche era nuestra compañera cuando, a los postres de una cena ligera, qué pequeño es el mundo, alguien golpea en nuestra ventana. Abrimos. Un par de caballeros a caballo de enormes y rugientes monturas mecánicas, enfundados en sus armaduras de cuero y llenos de polvo hasta el punto de hacer invisible su cara a través de la visera, nos saludan con un "buenas noches".

- ¿Qué hacéis por aquí? - preguntamos.

- Uf, es una historia muy larga. ¿Habéis visto por aquí a tres compañeros nuestros, también en moto?

- No, no. ¿Queréis beber algo?

- Bueno, un poco de agua, gracias. Oye, ¿ésto qué son, las gargantas del Dades?

- ¡Noo...! Estas son las del Todra.

- ¡Joder! ¿No tendréis un mapa por ahí...? Es que hemos quedado con ellos en Bulmalne y... nos hemos perdido ahí arriba, en el Atlas, en una mierda de pistas.

- Sí, mira... Pero Bulmalne queda en el Dades, claro, ¡a más de 60 kilómetros... y a estas horas!

- No, si el problema es que estamos hechos una mierda. Bueno, gracias, vamos a ver que hacemos...

Y se van río abajo. Me quedo viendo sus pilotos rojos y escuchando aquel rugir estruendoso. Al poco rato, cuando aún comentábamos sobre su marcado acento catalán y su escudo del Barça pegado en el pecho, las dos motos aparecen de nuevo río arriba. "Mira, se van al hotelito de enfrente", comentamos. Y hacen bien, porque, se pueden hacer locuras, pero luego hay que descansar. Nos acostamos pensando qué pasaría si, como consecuencia de una gota fría, sobre el alto Atlas comenzara a llover y... pero el cansancio nos rinde y nos quedamos dormidos. A las cinco de la mañana, el arrancar de las motos entre aquellos farallones me despierta. "Poco pudieron descansar", pienso, y sigo durmiendo.

Son ahora las nueve de la mañana en Marruecos, una hora más en Canarias (y, por tanto, dos más, es decir, las once, en Madrid). Las autocaravanas se ponen en marcha y, por entre las enormes paredes verticales, pisando el fondo del río que apenas lleva agua, descendemos hacia el bellísimo oasis de Teneghir. Unos kilómetros más abajo nos espera la carretera que ha de llevarnos a Uarzazat...

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