Antes de llegar a Fez, jamás había puesto los pies en una ciudad, jamás había observado ese hormigueo ajetreado de las callejuelas, jamás había sentido en el rostro ese poderoso soplo, como el viento en alta mar, pero cargado de gritos y de olores.
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Las mujeres de Fez, cuando tienen que cruzar el mercado de las flores, aprietan el paso, se arrebujan un poco más en sus velos y lanzan a derecha e izquierda miradas de animal acorralado.
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En el hospital de Fez hay seis enfermeros, un lampista, doce guardianes, dos cocineros, cinco barredores, un portero, un jardinero, un director, un asistente y tres secretarios, todos ellos debidamente remunerados, así como gran número de efermos. Pero, y pongo a Dios por testigo, ni un médico.
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Los emigrados granadinos no son menos de seis mil en Fez, ...
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Cuando había desembarcado Boabdil, tres años antes, lo acompañaban, según dicen, setecientas personas , y ahora tienen su propio barrio donde la vida sigue rigiéndose por los usos de la Alhambra, solo que sin el orgullo.
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Y, refiriéndose a aquellos que recientemente habían abandonado Al Andalus:
Mira, Hasan, todos esos hombres siguen teniendo, colgada de la pared, las llaves de su casa de Granada.
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Amin Maalouf, León el Africano.
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