lunes, 29 de abril de 2013

Lío en Casablanca


Mezquita Hassan II en Casablanca
 
 Cuando aun estamos a un centenar de metros del enorme complejo, nos detenemos un momento para tomar la correspondiente foto. No hay tráfico a estas horas de la mañana, pero, llevados por un ánimo de no molestar, subimos nuestro vehículo a la solitaria acera sobre la que no se divisa ni un solo peatón en lo que alcanza a verse. Hacemos nuestra foto mientras que, a cierta distancia, somos observados por dos policías con pinta de aburridos. Unos negros nubarrones comienzan a soltar las primeras gotas de agua y nosotros reemprendemos la marcha. 

 Pocos metros más adelante, con gesto amable e inequívoco, los policías nos indican que paremos. 

 “Pasaporte, por favor …”, y le entregamos el pasaporte. “Permiso de circulación…”, y le entregamos el permiso de circulación. “Permiso de conducir…”, y se lo entregamos también. “Carta verde …”, se la damos, y nos miramos preocupados. Entonces, el policía más joven, con cara seria, nos aclara: 
- Infracción. Aquí no pueden parar en acera … Acera sólo para personas…
- Sí, lo siento, fue solamente un momento…, lo que tardé un hacer la foto … No quería molestar y … - Contesto con cara suplicante.
- Ya. Pero …, infracción. Tendré que llevarme la documentación.
Entendí lo que pretendían. Por un momento pensé en cómo actuar y decidí mostrarme intransigente. La lluvia iba en aumento. 
-¿Cómo? Imposible. No pienso irme sin mi documentación. Tendrán que llevarme a la comisaría o…, o montaré un gran escándalo … 
-¡Uf, comisaría…! ¡Allí 500 dirham de multa …! – dice muy despacio el más geta de los dos, intentando asustarme. Pero me tranquiliza. Ahora estaba seguro de lo que quería.
- Bueno, ¡qué sea lo que Dios quiera! ¡Inch Alá! que dicen Uds. Si quieren pueden subir y vamos a la comisaría… - Digo, dirigiéndome al policía que permanece en segundo plano, intentando mostrarme seguro y tranquilo. La lluvia es ahora más fuerte.
 
Los dos agentes se miran un momento, con mirada inquisitiva, me parece a mi. Y me doy cuenta de que no están muy de acuerdo entre ellos pues, mientras uno actúa con decisión, el segundo parece un tanto temeroso. Bajo la lluvia, empapados, se dicen algo en árabe, y , luego, el duro insiste:

- ¡500 dirhams, eh! ¡Mucho dinero…!
- Sí. Demasiado para tan pequeña infracción… claro que yo no conozco bien las leyes marroquíes… - Les digo, dirigiéndome al más indeciso, con cara de arrepentimiento y humildad. Pero, como siempre, es el más duro el que me contesta:
- ¡500 dirhams…! Tal vez podríamos arreglarlo…
- Ya me gustaría, ya. De todos modos no tengo nada de dinero…, estaba esperando llegar a Casablanca para ir a un banco… Espero que en la comisaría acepten VISA porque, de lo contrario, vamos a tener que dormir allí…
 
Cuando, poniendo cara de asustado y señalando a los niños, termino la frase, me doy cuenta de que no voy a salir mal librado. Su seguridad del principio era ya nerviosismo cuando el más prudente de los agentes toma al otro por un brazo y lo lleva detrás de la autocaravana, fuera de mi vista. A los cinco segundos estaban de vuelta. Me devuelven los documentos y, con un seco siga me despiden. Les doy las gracias, por si acaso, y respiro. ¡Qué cabrones…! exclamo luego, nervioso como un flan. Y, mientras Fernando me pregunta sobre la causa del exabrupto, yo pienso que no soy tan mal actor, ¡creo que ni me notaron el miedo que tenía…!

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